EL SACRIFICIO DE TIGRETÓN

La antorcha de la memoria sigue encendida y las generaciones venideras conocerán las gestas y momentos irrepetibles que hemos visto y vivido.

Yo estuve allí y puedo contarlo. Yo viví un... “momento mágico”.
Coincidiréis conmigo en que no es necesario ver el video colgado en YOUTUBE para elegir “el momento” que se produjo durante el partido disputado contra el C.D. Actur Pablo Iglesias, porque ese momento está grabado a fuego en nuestra retina. Al menos en la mía.
Su protagonista fue... Tigretón, y me estoy refiriendo, como no podía ser de otro modo, a su fantástica maniobra consistente en arrojar el balón con la mano fuera del terreno de juego.
Faltaban pocos minutos para terminar el partido. Ganábamos por la mínima, pero el equipo contrario se había lanzado decididamente al ataque. La posesión del balón correspondía al Actur Pablo Iglesias, y nuestra defensa estaba descolocada, los centrocampistas exhaustos y nuestros delanteros desanimados y sin posibilidad de reacción. En cambio los delanteros atacantes estaban crecidos y envalentonados, preparados y listos para lanzar el último y definitivo asalto contra la portería de Iceberg, y fue entonces cuando se produjo… “el momento mágico”: De repente, Tigretón cogió el balón con las manos, y ante la sorpresa de propios y extraños, vulnerando las más elementales reglas de la lógica y del sentido común… ¡lanzó la pelota deliberadamente fuera del terreno de juego!. ¡Sí señores sí!, ¡lanzó la pelota con las manos fuera del terreno de juego!. Yo estuve allí y puedo contarlo. Fue una maniobra tan extraordinariamente inusual, tan extraña e inesperada, que un rictus de asombro nació en los rostros de los jugadores contrarios, los cuales, desorientados y desconcertados, no pudieron continuar el contraataque. Mientras tanto, gracias a Tigretón, nuestra defensa recuperó la posición, nuestros centrocampistas recuperaron el aliento y nuestros delanteros recuperaron la determinación y voluntad de hacer un último esfuerzo y ganar el partido.
¡Gracias Tigretón!. Estamos en deuda contigo y tu sacrificio no será olvidado, porque… como todos habréis adivinado, el resultado final fue…, fue…, fue que el árbitro le enseñó una justa y merecida tarjeta amarilla. Pero eso, queramos o no, es otra historia.
Así somos, vamos rojos.